HABILIDADES DE COMUNICACIÓN SIMPLES Y SALUDABLES

¿Has escuchado alguna vez una canción de adoración que dice algo como: “Todo lo que necesito eres tú, Dios”? Aunque ese es un hermoso sentimiento, solo es la mitad de la historia. Dios nos programó para ser seres relacionales, y nuestro mejor estado es cuando tenemos relaciones verdaderas con otras personas y no solamente con Dios.

Génesis 2:18 RVR1960 incluso dice: “[…] No es bueno que el hombre esté solo […]”. Entonces, ese anhelo, esa necesidad profunda que sentimos por tener conexiones humanas, no es pecado y es dado por Dios. Sin embargo, el pecado sexual se puede filtrar como el resultado de tratar de satisfacer de forma dañina nuestra sana necesidad de conexión. ¿Cómo pasa esto? Me he dado cuenta que muchas personas no tienen las habilidades que necesitan para construir amistades adecuadas en primer lugar, lo que las puede llevar a sentirse rechazadas, solas, e indignas de establecer relaciones saludables, y esto las lleva a recurrir a la pornografía, la masturbación y al sexo fuera del matrimonio, en un intento por satisfacer esas necesidades relacionales.

Pero no te preocupes, ¡estas habilidades se pueden aprender! A continuación, hay tres simples habilidades que puedes practicar ¡para construir relaciones saludables y fuertes!

Escucha más de lo que hablas: PRESTA ATENCIÓN a tus interacciones con los demás. Muchos de nosotros hablamos mucho sin darnos cuenta (consejo: ¿tienes un amigo de verdadera confianza?, pregúntale si hablas mucho). ¿Monopolizas las conversaciones porque crees que los demás realmente quieren escuchar lo que tienes que decir? Te creo. Eres gracioso, brillante, único. Pero tus amigos pueden cansarse de sentir que ellos no tienen la oportunidad de ser escuchados o sentirse conocidos. ¿Dejas de hablar para preguntarles a los demás sus pensamientos y opiniones acerca de algo, en lugar de solo compartir las tuyas?, (por ejemplo: “Bueno, suficiente de por qué no me gustan los espárragos, ¿cuál es tu vegetal favorito?”). ¿Cuentas historias largas y detalladas que podrían no ser tan interesantes para los demás como lo son para ti?, (presta atención a los indicios de tus amigos, ¿parecen cansados, ven hacia otras direcciones o no responden con frecuencia? ¡Puede ser el momento de terminar la historia!). Una regla de oro es, si has hablado por más de diez minutos seguidos sin dar espacio a que la otra persona también comparta, es tiempo de darle lugar para que hable. Luego, ¡resiste la urgencia de quitarles de nuevo el espacio!

Escucha para entender, no para lo que dirás después: Proverbios 18:2 NTV dice lo siguiente: “A los necios no les interesa tener entendimiento; solo quieren expresar sus propias opiniones”. Repite después de mí: “Es más importante que mi amigo se sienta ESCUCHADO que yo interponga mis propios pensamientos”. PRESTA ATENCIÓN a cuando los demás están hablando y observa lo que estás pensando. ¿Estás tratando de formular un consejo? ¿Se te ocurre un comentario ingenioso? ¿Estás recordando una experiencia similar que tuviste? Si de verdad quieres mejores relaciones y más saludables, ¡mi mejor consejo es que dejes de hacer eso! En su lugar, esfuérzate y préstale toda tu atención a la persona que está hablando. Haz comentarios para que aclare, como “Cuéntame más”, hasta que realmente entiendas lo que está diciendo. No necesitas tener un comentario ingenioso o útil para contribuir. Escuchar y entender puede ser suficiente. Esta habilidad ayudará a los demás a saber que les importas y te conectará profundamente con ellos. Después de todo, ¿no nos gusta a todos sentirnos entendidos y escuchados?

Sé realmente bueno al mostrar empatía: la empatía significa ser capaz de sentir lo que otra persona siente. PRESTA ATENCIÓN a la forma en la que respondes cuando alguien se abre contigo acerca de un problema que está experimentando, porque podría o fortalecer la conexión de su amistad o alejar a la persona de ti. La verdad es que muy pocos de nosotros realmente sabemos cómo empatizar, porque sentarse con alguien que está sufriendo es incómodo de verdad. Tal vez cometamos el error de tratar de motivar a la persona y decir: “No te preocupes, ¡Dios tiene el control!”. O tal vez pensamos que sería bueno para la persona escuchar que hemos vivido algo similar: “A mí también me pasó. Déjame contarte la historia...”. O tal vez nos enojamos: “¡Uy, quisiera pegarle a esa persona por ti!”. La verdad es que ninguna de estas técnicas verdaderamente confortará a tu amigo. Mostrar empatía puede ser un “Lo siento mucho. Eso es muy difícil” y sentarte al lado de tu amigo mientras está llorando. Puede ser NO compartir la vez que pasaste por algo similar, porque entonces se convierte en algo TUYO y no de TU AMIGO. Puede ser NO minimizar su proceso cuando muestran emociones como tristeza o enojo, incluso si estás incómodo con cómo lo demuestran, y solo decir “Estoy contigo, te amo”. El poder de la empatía, de tomar el tiempo de atravesar con alguien a través del dolor y la aflicción, de hacer que sea sobre ELLOS y no sobre TI cambia la vida. Y si quieres que tus relaciones prosperen, sé realmente bueno en practicar esta habilidad con los demás.

Jesús quiere que prosperemos en todas las cosas, no solo en nuestro caminar espiritual, sino también en nuestro caminar relacional con los demás. Entonces, si has identificado algunas maneras en las que necesitas crecer, por favor, considera que Jesús nos da la gracia para hacer las cosas que no sabemos hacer y Él cubre todos nuestros errores. Con Él, puedes lograrlo. Solo toma práctica.