CUANDO TODOS SONRÍEN, MENOS TÚ

¿Alguna vez has mirado a tu alrededor y te has dado cuenta de que todos parecen estar sonriendo? Todos. Menos tú.  

Una de las cosas más significativas que recuerdo sobre mi batalla con la depresión es que siempre parecía que todos los demás eran felices, mientras que yo sentía como si me estuviera ahogando en la desesperación. Debido a mi profunda lucha, era difícil conectar con el mundo que me rodeaba. Nadie parecía saberlo, pero lo que es aún peor es que nadie parecía querer saberlo.

A veces, en medio de nuestras luchas, podemos sentirnos completamente solos. Creo que ese es uno de los factores que hace que la lucha sea aún más difícil. No importa cuál sea tu lucha individual; puede ser tan personal, tan cruda y tan abrumadora que es difícil creer que alguien podría entender, mucho menos importarle.

Vivimos en un mundo en el que estamos entrenados para mostrar la mejor cara. Y a veces eso puede hacer que la idea de lucha o de sufrimiento parezca un tabú. No hay lugar para las lágrimas, la tristeza y el dolor en un mundo en el que se supone que todos sonrían. Y con cada día que pasa, nos sentimos más y más solos.

He aprendido mucho sobre el sufrimiento en los últimos años. Más de lo que nunca quise saber. Pero una de las mayores lecciones que he aprendido es que aunque mis luchas pueden ser únicas para mí, no estoy sola.

A nuestro alrededor hay cientos y miles de personas que están sintiendo la punzada del dolor, la tristeza del aislamiento y el miedo hacia lo que está por venir. En cualquier momento podría haber alguien en la misma calle, en la misma iglesia e incluso en la misma familia, que está luchando su propia guerra, sin que tú lo sepas.

Cuando finalmente empecé a hablar de mi dolor, me di cuenta de que había otros en su propio viaje, esperando, anhelando y orando por el día en que alguien abriera sus brazos y abriera su corazón. Alguien que escuchara, alguien a quien le importara.

Muchas veces, cuando abrí mi corazón, encontré que detrás de cada sonrisa, casi siempre había algún tipo de herida...

La joven que perdió a su madre repentinamente en un trágico accidente automovilístico...

La futura novia, desconsolada por el abandono de su prometido y destrozada por el compromiso roto, la pérdida de sus esperanzas y sueños...

La amiga que ha pasado años esperando y anhelando un embarazo, solo para recibir una mala noticia de un aborto involuntario...

El hombre que está desesperado poniendo todas las piezas de su vida juntas después de enterarse de la infidelidad de su esposa tras 15 años de matrimonio...

Los recién casados, que después de 12 meses desgarradores, decidieron que su matrimonio se dirigía hacia el divorcio...

El joven soltero bebiendo sus penas, solo en su apartamento en la ciudad, anhelando compañía y amor...

La madre de una alegre niña de 3 años, tratando desesperadamente de darle sentido a la batalla de su hija contra el cáncer...

Enfermedad, depresión, muerte. Abandono, traición y dolor. Esperanzas perdidas, sueños destrozados, futuros rotos. La vida no es siempre lo que esperamos que sea.

Todos estamos en esta batalla llamada vida. Algunos de nosotros estamos llamados a luchar con más fuerza y otros estamos llamados a luchar más tiempo, pero todos luchamos.

A través de mis luchas personales, una cosa que aprendí fue que si dejaba que mi lucha me definiera, ella ganaría. Mi lucha es parte de mí, pero soy mucho más que mi lucha.

Esta verdad me liberó para comenzar a sanar, porque en vez de permitir que mis luchas me aislaran del mundo que me rodea, lentamente he aprendido a dejar que las heridas en mi vida abran la puerta de mi corazón y permitan que otros vengan, oigan, vean y sepan. Estoy aprendiendo lentamente a bajar la máscara. Y lentamente, comencé a sanar...

Pero esto no sucedió sin prueba y error.

A medida que vas por la vida, te das cuenta de que hay personas en las que se puede confiar y otras en las que no. En lugar de simplemente bloquear a todos, he aprendido a identificar a los que son seguros y he aprendido a dejarlos entrar.

Porque al final del día, para que exista el potencial de cualquier gozo, debemos darnos cuenta de que no podemos vivir esta vida solos. No estamos hechos para eso.

Fuimos creados por el mismo Dios que permitió que Sus heridas nos acercaran a Él, porque es solo a través de Sus heridas que podemos ser sanados. Doy gracias por tener a un Dios que se arriesgó al ridículo y a la incomprensión, eligió la vulnerabilidad y el amor, únicamente para que Él pudiera estar más cerca de mí... para poder estar más cerca de ti.

Aún con lo que sea que estés pasando en este momento, te quiero hacer saber que no estás solo. Nunca lo estarás. Acércate al Dios que conoce tu dolor y que ha experimentado tu lucha. Y luego, se valiente y extiende tu mano...

Nunca sabrás lo que hay detrás de sus sonrisas, hasta que te arriesgues a mostrarles lo que hay detrás de las tuyas.  

Para más información sobre cómo llegar a ser sano y completo, lee el libro de Debra Are You Really OK?  (disponible solo en inglés)