CARTA ABIERTA AL CRISTIANO EN DEPRESIÓN

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“UN CRISTIANO DEPRIMIDO NO ES UN CRISTIANO DE VERDAD”.

Esta afirmación falsa retumbó en mi oído como un fuerte gong, y después quedó flotando en el aire como humo, esperando a que alguien la disipara. No estaba del todo segura de cómo había empezado la conversación, pero una cosa llevó a la otra y ahí estaba yo con este visitante, que además era un pastor, y con un pequeño grupo de hombres y mujeres que discutían acerca de la existencia de depresión entre cristianos.

Habría sido una conversación difícil para cualquiera, pero, como te puedes imaginar, para mí fue una tortura. Porque poco sabía este visitante que yo recién estaba saliendo del terrible pozo de la depresión. Poco sabía él que para mí esta conversación era personal porque me había sentido como si hubiera ido al infierno y de regreso. Poco sabía que mi corazón había luchado y que mi cuerpo se había derrumbado bajo el peso de la depresión, pero que Jesús me había sostenido durante todo el camino.

Quizá te sientas identificado. Tal vez tú también hayas oído esas palabras duras y condenatorias de personas que no entienden, que no han experimentado y que no parecen comprender realmente por lo que estás pasando.

Como terapeuta profesional, me rompe el corazón escuchar los mitos y mentiras que los cristianos creen sobre la depresión (y las enfermedades mentales en general), y la vergüenza que se puede sentir en torno a este tema. Lo siento mucho si has pasado por eso. Lamentablemente, (y en especial si te mueves en ambientes cristianos) es muy probable que te haya pasado.

Al tratar este tema con más y más gente a lo largo de los años, me di cuenta de que hay muchas ideas extremadamente falsas que se siguen perpetuando entre los creyentes.

La primera y mayor es la falsa idea de que seguramente eres "débil" si padeces una enfermedad mental, como si tu sufrimiento revelara qué tan fuerte eres. En segundo lugar, y es lo que escucho con más frecuencia, es que padecer una enfermedad mental revela falta de fe o un problema en tu caminar con el Señor. En tercer lugar, una afirmación falsa que tiende a circular entre los cristianos es que lo único que necesitas para superar tu sufrimiento es la oración y la Palabra de Dios.

Amigo mío, estas afirmaciones no podrían estar más lejos de la realidad, y causan mucho daño dentro de las personas que están padeciendo. Si alguna vez escuchaste alguna de estas falsas afirmaciones, esto es lo que realmente necesito que entiendas:

1. TU SUFRIMIENTO NO ES LA MEDIDA DE TU FORTALEZA

Que tengas dificultades no quiere decir que seas débil; de hecho, los que padecen problemas de salud mental, por lo general, son los más fuertes. Si la vida es un viaje, los que sobrellevan los problemas de salud mental son los que viven con 30 kilos extra sobre los hombros, y aun así caminan lo mismo que la persona de al lado.

Dan pasos que muestran fe. Pasos que muestran esperanza, y pasos que muestran una fuerza sorprendente y valiente.

La fortaleza no es la ausencia de dificultades; fortaleza es afrontar el día a día. Fortaleza es pedir ayuda. Fortaleza es conocer tus límites y ajustar tus expectativas en momentos difíciles. Fortaleza es escuchar palabras desalentadoras y decidir ignorarlas. Fortaleza es aferrarse a la verdad. Fortaleza es creer que hay luz al final del túnel, incluso cuando no la puedes ver. Y, en última instancia, la fortaleza es reconocer que cuando nos sentimos débiles, hay Alguien que nos hace fuertes (2 Corintios 12:9-11). Cuando Dios es nuestra fortaleza, nada ni nadie nos puede detener. Y debido a esto, tú, mi amigo, que estás pasando por estos momentos dolorosos, eres una de las personas más fuertes de la faz de la Tierra. Nunca pienses lo contrario.

2. TU SUFRIMIENTO NO ES LA MEDIDA DE TU FE

Creer que padecer problemas de salud mental habla mal de tu fe no solo es falso, sino que es la antítesis de todo el mensaje de Cristo. Como creyentes, nunca se nos prometió una vida sin dolor, enfermedad o sufrimiento. De hecho, Jesús nos recuerda que en este mundo vamos a sufrir (Juan 16:33). Pero en medio de nuestro sufrimiento nos prometen un Salvador, un Consolador y un Amigo. Cuando pienso en los momentos más difíciles que pasé con depresión y ansiedad, veo a Jesús a mi lado. Mi ayuda segura en tiempos de necesidad (Salmo 46:1).

Recuerdo rogarle al cielo una noche y sentirme muy sola, y justo en ese momento me sobrecogió la presencia de Dios. Justo cuando más la necesitaba.

Padecer problemas de salud mental no tiene nada que ver con falta de fe; de hecho, en mi caso y en el de tantos otros, el sufrimiento fue lo que dio lugar a una fe aún más profunda.

Porque algunos días, en los momentos más duros, la fe era lo único a lo que podía aferrarme. Tu sufrimiento no habla mal de tu fe. De hecho, si Dios está más cerca de los que tienen el corazón roto… tú estás más cerca que nunca de Dios en este momento. Aférrate a esa verdad. Y sigue aferrándote a Él sin importar lo que otras personas te digan.

3. TU SUFRIMIENTO PUEDE ALIVIARSE

En mi experiencia con la depresión y la ansiedad, aprendí que fe y acción van de la mano. Cuando tenemos fe, nos movemos. Cuando Jesús sanó al paralítico en la piscina en Betesda, Él le dijo “levántate…y anda” (Juan 5:8). Parece imposible caminar siendo paralítico - tan imposible como a veces puede parecer “vivir” con depresión o ansiedad. Pero Jesús extiende Su mano y nos pide que nos levantemos y andemos. Da ese paso. Mueve esa parte de tu cuerpo que parece muerta y agonizante. Ponte en marcha.

Y confía en que Dios te dará la fuerza para dar el siguiente paso. Tomar medidas en esta área de nuestras vidas significa entender el papel que tienen la terapia y la medicación para aliviar nuestro sufrimiento. Son formas fundamentales de tomar acción para mejorar la salud mental. ¡Y funcionan!

Del mismo modo que no haríamos que un paciente de cáncer o un diabético sienta vergüenza por el dolor de su cuerpo, necesitamos cambiar nuestra perspectiva y pensar que las enfermedades mentales hacen sufrir cuerpo y mente. Solo entonces podremos tratarlas correctamente. Hacer terapia no solo es bueno, sino que es necesario, y después debes evaluar si necesitas medicación. Las enfermedades mentales tienen muchas causas, y se filtran a todas las áreas de nuestras vidas ya sea que se originen en traumas, hormonas, desbalances químicos o estrés. Depende de ti asegurarte de recibir toda la ayuda que necesitas y de cuidarte sin importar lo que nadie piense o crea. No permitas que la desconfianza, el miedo, las preocupaciones o las creencias erróneas te impidan regalarte la sanación.

Mi mayor oración es que, como cuerpo de creyentes, nuestras actitudes y nuestros corazones cambien cuando lidiamos con este importante problema, que creemos un entorno en el que en lugar de apartarlos, acojamos y animemos a los que padecen enfermedades mentales y sufren.  

Este artículo es un extracto adaptado del nuevo libro de Debra, Are You Really OK? Getting Real About Who You Are, How You’re Doing, And Why It Matters. Descubre más y encarga una copia para ti o para un ser querido el día de hoy.